
Burnout en Psicólogas: Estudio de Género
Información del documento
Escuela | Sistema de Estudios de Posgrado, Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades |
Especialidad | Maestría en Estudio de la Violencia Social y Familiar |
Tipo de documento | Trabajo Final de Graduación |
Idioma | Spanish |
Formato | |
Tamaño | 755.21 KB |
Resumen
I.Síndrome de Burnout en Psicólogas Un Estudio Cuantitativo Descriptivo
Este estudio cuantitativo-descriptivo investiga el síndrome de burnout en psicólogas, analizando la fuerza de asociación entre diferentes variables y la prevalencia del agotamiento emocional, la despersonalización, y la reducida realización personal. Se observa una mayor vulnerabilidad en mujeres, especialmente debido a la doble carga de trabajo (familiar y profesional) y la elección de especialidades que prolongan roles de género. El estudio, centrado en psicólogas del Centro de Niños RISE en Chicago, examina la relación entre el burnout y factores como la carga de trabajo, el bilingüismo (español-inglés), y la experiencia laboral. Se identifican factores de riesgo a nivel individual, social y organizacional relacionados con el estrés laboral y el trauma vicario, y se proponen estrategias de prevención y tratamiento, incluyendo la rotación de personal y la creación de grupos de apoyo. Las psicólogas con más de cinco años de experiencia (46 años o más) muestran menor incidencia de síndrome de burnout, posiblemente debido a un mejor manejo del estrés y las demandas socioculturales.
1. Metodología y Población Vulnerable
La investigación utiliza un enfoque cuantitativo-descriptivo para analizar las variables relacionadas con el síndrome de burnout y su correlación. Se observa que las mujeres son el grupo más vulnerable, principalmente debido a la doble carga de trabajo (profesional y familiar) y a la elección de especialidades que tienden a perpetuar roles de género tradicionales. Los síntomas observados en las participantes incluyen una sensación de agotamiento extremo, pérdida de la capacidad de empatía hacia los pacientes, incapacidad para cumplir objetivos, e incluso la deshumanización de los mismos. Estos síntomas, analizados en conjunto, se atribuyen al síndrome de burnout, un conjunto de alteraciones físicas, comportamentales y emocionales originadas en factores individuales, laborales y sociales. Se mencionan diferentes modelos etiológicos explicativos del síndrome, siguiendo la revisión de Gil-Monte y Peiró (2001), estructurados en tres grandes teorías: socio-cognitiva, teoría del intercambio social y la teoría organizacional. Autores como Álvarez y Fernández (1991) apuntan a que el bajo logro puede estar encubierto por una sensación paradójica de omnipotencia. Aunque la mayoría de las investigaciones actuales aceptan la perspectiva psicosocial, algunos autores discrepan sobre los supuestos planteados por Maslach y Jackson. El estudio reconoce la complejidad del síndrome y la necesidad de un análisis integral de factores de riesgo.
2. Estudios Previos sobre Fatiga Laboral y Burnout
El estudio de Henke (1994) destaca la interdependencia entre profesionales en psicología y sus pacientes, enfocándose en la importancia de las organizaciones para el desarrollo de ambos. Un estudio mixto (cuantitativo y cualitativo) de Schauben y Fraizer (1995) en 200 psicólogas que trabajaban con sobrevivientes de abuso sexual demostró que aquellas con mayor carga de clientes presentaban síntomas de estrés postraumático (EPT). Similarmente, Munroe (1990) encontró que los psicólogos que trabajaban con veteranos con EPT también desarrollaban síntomas de EPT. Se mencionan diferentes estrategias de prevención y tratamiento del burnout a nivel individual, grupal y organizacional, destacando la importancia de las técnicas escénicas desde la perspectiva psicodramática para trabajar habilidades sociales, autoestima, manejo del estrés, y la descarga emocional (Navarrete y Arellano, 1999). Se describen ejemplos de programas de apoyo a mujeres trabajadoras, como el “Leader Luncheon” de la YWCA de Chicago en 1972. El estudio en el Centro de Niños RISE muestra una alta rotación de psicólogas (un año y medio a dos años), generando inestabilidad para los pacientes infantiles. El concepto de trauma vicario (Figley, 1995 y Chrestman, 1999) se introduce como un factor crucial en el desarrollo del burnout en psicólogas que trabajan con casos de abuso infantil.
3. Análisis de Factores de Riesgo y Consecuencias
El estudio se centra en la alta exposición de las mujeres al burnout debido a factores de género y tipo de profesión. Se mencionan profesiones como la psicología, la enseñanza y la enfermería como fuentes de agotamiento profesional. El burnout afecta a las mujeres de forma diferente según su estado de salud física y mental, pero el entendimiento del estrés y el burnout es fundamental para reconocer síntomas y adoptar medidas apropiadas. Se presentan diferentes definiciones de estrés, incluyendo las de Alberto Amador Pizá y la Organización Mundial de la Salud, destacando que el estrés, en sí mismo, no es siempre negativo. El cortisol se identifica como un posible agente bioquímico responsable del estrés. Se discuten las diferencias en la forma en que hombres y mujeres experimentan el estrés, destacando la importancia de la repercusión afectiva para las mujeres (Sidelski) en contraposición a la repercusión efectiva para los hombres, que se enfocan en soluciones más que en la expresión emocional. Las mujeres, a menudo, sienten la responsabilidad de equilibrar el hogar y el trabajo, lo que lleva a la sobrecarga y a la imposibilidad de disfrutar tiempo libre y descanso.
4. El Centro RISE Contexto Observaciones y Resultados
Utilizando la observación participante, la investigación analiza las experiencias de las psicólogas en el Centro de Niños RISE de Chicago, donde se enfrentan a un alto nivel de estrés desde el inicio de su labor, debido a la carga de trabajo (18 pacientes semanales) y al entrenamiento inicial (40 horas sobre abuso sexual). Se observa una relación entre el bilingüismo (español-inglés) y el nivel de burnout, siendo las psicólogas no bilingües las que presentan mayores niveles de cansancio emocional y despersonalización. Sin embargo, el nivel de realización personal no difiere significativamente entre ambos grupos. El alto cansancio emocional se atribuye a factores organizacionales, externos al trabajo, y al rol femenino dentro de la sociedad, considerando también el trauma vicario y las limitaciones del trabajo. Se cita a Gioconda Batres (2001) para explicar cómo el contexto social y el rango devaluado de la mujer contribuyen a la persistencia de problemas emocionales. La presión social sobre las mujeres jóvenes profesionales para manejar correctamente sus roles de trabajo y familia, junto con responsabilidades familiares y económicas, intensifica la necesidad de asumir su trabajo sin medir las consecuencias emocionales, psicológicas o físicas.
5. Estrategias de Prevención y Tratamiento
El estudio resalta la importancia de un análisis integral de los factores de riesgo para la evaluación e identificación del burnout. La detección de factores de riesgo (implicación laboral, ocio, apoyo social, carga laboral, clima laboral, condiciones físicas, rol familiar, desarrollo organizacional y relación terapeuta-paciente) es crucial para planificar estrategias de prevención y tratamiento. Se menciona la creación de grupos de apoyo entre compañeras de trabajo. La administración del centro y el personal de psicología deben trabajar juntos para identificar y delimitar las necesidades laborales. Se propone la implementación de un sistema de inducción para orientar a las profesionales. También se sugieren dos tipos de cuestionarios, uno para personal administrativo y otro para psicólogas, para evaluar las potencialidades individuales y los beneficios que cada una aportará al centro. Se plantea la rotación regular del personal como una forma de reducir los efectos acumulativos de los estresores laborales (Hiscott y Connop, 1989), así como la evaluación de los horarios de atención para evitar la sobrecarga de trabajo. Finalmente, se enfatiza la necesidad de abordar los procesos inconscientes relacionados con el burnout, utilizando estrategias terapéuticas similares a las utilizadas para otros problemas psicológicos (Garden, 1991b), intensificando los entrenamientos en trauma vicario, rol de género y diferencias culturales.
II.Definición y Características del Síndrome de Burnout
Se revisan diversas definiciones de burnout, incluyendo las de Freudenberger, Maslach y Jackson, y Pines, Aronson y Kafry. Maslach y Jackson definen el burnout como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal. Se describen las características del síndrome de burnout, destacando el cansancio emocional, la actitud impersonal en las relaciones, y la disminución del compromiso laboral. Se analiza el perfil de la persona más propensa al burnout, incluyendo la alta autoexigencia, baja tolerancia al fracaso, y la necesidad de control. Se exploran las diferencias en el desarrollo del burnout entre hombres y mujeres, considerando los distintos estresores y formas de afrontar las dificultades.
1. Definiciones de Burnout
El documento presenta diversas definiciones del síndrome de burnout, destacando la ambigüedad en su conceptualización. Freudenberger (1974) lo describe como una sensación de fracaso y agotamiento producto de una sobrecarga de energía, recursos personales y fuerza espiritual del trabajador, situando las emociones negativas en el contexto laboral. Machlowitz (1980) lo relaciona con la “adicción al trabajo”, un estado de devoción total a la ocupación. Starrin, Larsson y Styrborn (1990) señalan que, aunque la mayoría desconozca su definición, instintivamente se entiende el burnout, afectando individualmente a una sociedad abstracta. Grebert (1992) lo conceptualiza como una construcción cultural que permite a los profesionales de ayuda manifestar sus sufrimientos, viéndolo como una respuesta defensiva de la profesión. Edelwich y Brodsky (1980) lo definen como una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos en profesiones de ayuda, proponiendo cuatro fases en su desarrollo. Maslach y Jackson (1981) lo definen como un síndrome tridimensional: agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal. Pines, Aronson y Kafry (1981) lo describen como un estado de agotamiento físico, emocional y mental por la implicación prolongada en situaciones emocionalmente impactantes. Gillespie (1980) lo clasifica en burnout activo (conducta asertiva) y pasivo (retirada y apatía), relacionando el primero con factores organizacionales y el segundo con factores internos psicosociales.
2. Características del Síndrome de Burnout
Las características principales del síndrome de burnout provienen de los trabajos de Maslach y Jackson (1981), quienes identifican tres componentes esenciales: el cansancio emocional (agotamiento en el trabajo, aislamiento, cinismo y disminución del compromiso laboral), la despersonalización (actitud impersonal y deshumanizada en las relaciones) y la reducida realización personal (sensación de ineficacia e insatisfacción). El cansancio emocional se presenta como el elemento central, una sensación creciente de agotamiento que lleva a mecanismos de defensa como el aislamiento. Respecto a las condiciones personales, el perfil de la persona más propensa al burnout se caracteriza por una elevada autoexigencia, baja tolerancia al fracaso, necesidad de excelencia y perfección, y un sentimiento de omnipotencia frente a la tarea. Jorge Corsi (2000) lo describe como una distorsión cognitiva donde la persona cree ser la única capaz de hacer las cosas bien. Se analiza la influencia del género y los roles sociales, destacando cómo las normas culturales y los roles de género influyen en la experiencia y expresión del burnout, especialmente en las mujeres.
III.Aflicción Psicológica Género y Estrés
Se analiza la influencia del género en la salud mental y la susceptibilidad al estrés y al síndrome de burnout. Se destacan las diferencias en los estresores que afectan a hombres y mujeres, con énfasis en las situaciones de estrés propias de la experiencia femenina: embarazo, maternidad, doble carga de trabajo, roles sociales, y cambios en el ciclo de vida. Se menciona la investigación de Daniel Sidelski sobre las variaciones hormonales (cortisol) y la repercusión afectiva del estrés en las mujeres. El estudio identifica la importancia del contexto social y el rol devaluado de la mujer en la sociedad como contribuyentes a los problemas emocionales y al burnout.
1. Cambios en la comprensión de la identidad femenina y el género.
En los últimos años, se han producido cambios importantes en la comprensión científica de la identidad femenina y la condición de la mujer, incluyendo las formas en que esta ha sido construida y transmitida culturalmente (Batres, 2001). Existe una abundante literatura que explica la experiencia femenina a la luz del género, aportando nuevos enfoques psicológicos y sociológicos. Una corriente de investigación crítica explora la condición de la mujer y la diferencia impuesta entre los géneros, analizando cómo los estereotipos de roles sexuales influyen en la salud mental. Emilce Dio, citada por Batres, relaciona los factores psicosociales que conducen a la depresión con el estereotipo de femineidad, proponiendo una conexión entre las condiciones que predisponen a la depresión y los modelos de femineidad y masculinidad. Se identifican rasgos como la dependencia, la pasividad, la falta de asertividad y la baja autoestima como comunes en la depresión y en los estereotipos de femineidad.
2. Estrés género y eventos vitales.
Daniel Sidelski, médico psiquiatra argentino, señala que aunque algunos eventos estresantes son compartidos por ambos sexos, existen situaciones que se presentan con mayor prevalencia, incluso exclusivamente, en mujeres. Estos estresores incluyen el embarazo (con o sin pareja estable), la maternidad y las responsabilidades del hogar. Sidelski observa que las madres que trabajan fuera del hogar pueden mantener o incluso aumentar sus niveles de hormonas del estrés, como el cortisol, a diferencia de los hombres, cuyos niveles disminuyen al llegar a casa. Él argumenta que el estrés no reside en la tarea misma sino en el rol asignado de madre que todo lo puede y nada necesita. Sidelski destaca las variaciones en la sensibilidad de las mujeres a lo largo del ciclo menstrual, los distintos significados atribuidos a los problemas, y las diferentes formas de afrontar las dificultades como factores que marcan la diferencia en la experiencia del estrés entre mujeres y hombres. Otros cambios en el ciclo de vida como el matrimonio, el divorcio, la menopausia, la viudez y la reorganización de la vida familiar también se identifican como factores que inciden en el estrés femenino (Marsellach, s/f).
3. Diferencias en la respuesta al estrés entre hombres y mujeres.
El documento explora las diferencias en la respuesta al estrés entre hombres y mujeres, destacando que las mujeres utilizan estrategias verbales para afrontar el estrés de forma más frecuente que los hombres (Marsellach, s/f). Sidelski, basándose en su experiencia, señala que para las mujeres lo importante es la repercusión afectiva de las contrariedades, mientras que para los hombres predomina la repercusión efectiva. Las mujeres necesitan expresar sus emociones, mientras que los hombres buscan soluciones. Se plantea que la mujer siente la responsabilidad de equilibrar el hogar y el ambiente laboral, debiendo muchas veces priorizar el hogar, lo cual, junto a la presión social de no fallar, puede resultar en insatisfacción marital, problemas familiares, falta de tiempo de ocio y actividad física, y sobrecarga laboral. En resumen, para las mujeres, la dificultad de equilibrar estos roles socioculturales puede hacer casi imposible disfrutar y relajarse.
IV.Factores de Riesgo Prevención y Tratamiento del Burnout en el Centro RISE
El estudio en el Centro de Niños RISE de Chicago revela una alta tasa de burnout en psicólogas, especialmente en las nuevas profesionales. Se destaca el impacto del trauma vicario, el entrenamiento inicial (40 horas sobre abuso sexual), y la alta carga de pacientes (aproximadamente 18 semanales). Se analiza la relación entre el burnout, el bilingüismo, y la experiencia laboral. Se proponen estrategias de prevención y tratamiento, incluyendo la mejora de las condiciones laborales, la creación de grupos de apoyo entre compañeras, la optimización de los horarios de trabajo, la rotación de personal, y la atención a los procesos inconscientes asociados al burnout. Se enfatiza la importancia de la intervención a nivel individual, organizacional y social para abordar eficazmente este problema de salud mental.
1. Contexto del Centro de Niños RISE y factores de riesgo.
El estudio se centra en el Centro de Niños RISE en Chicago, donde se observa una alta incidencia de síndrome de burnout en las psicólogas. Se destaca la técnica de observación participante como método de recolección de datos. Al iniciar su trabajo, las psicólogas se enfrentan a un sistema desconocido y a altos niveles de estrés. El entrenamiento inicial de 40 horas sobre abuso sexual, seguido por una carga de trabajo significativa (aproximadamente 18 pacientes semanales), genera un “shock” laboral, profesional y emocional que puede iniciar el desarrollo del síndrome. La alta rotación de psicólogas (1.5 a 2 años de permanencia) genera inestabilidad para los niños y niñas que reciben terapia. Se identifica el trauma vicario (Figley C., 1999) como un factor clave, donde la identificación de la profesional con el cliente puede generar frustración laboral y tensión personal-profesional constante. El bilingüismo (español-inglés) también se presenta como un factor, con las psicólogas bilingües atendiendo una mayor cantidad de pacientes al inicio debido a las demandas socioculturales y la escasez de profesionales en Chicago. Sin embargo, las psicólogas no bilingües exhiben niveles más altos de cansancio emocional y despersonalización, mientras que la realización personal no difiere significativamente entre ambos grupos.
2. Influencia del rol femenino y factores socioculturales.
Los datos obtenidos revelan la influencia de características genéricas en los niveles de burnout detectados en las psicólogas, como lo señala Gioconda Batres (2001). El contexto social y la devaluación del rol de la mujer en la sociedad contribuyen al origen y la persistencia de problemas emocionales con implicaciones psicológicas obvias. El papel de la mujer en la sociedad, su modelo de socialización y las expectativas culturales, que la definen como un grupo desvalorizado, son considerados factores relevantes. Se identifica que el estrés se asocia al papel femenino dentro de la sociedad, donde la mujer joven-profesional debe manejar su rol de trabajo y familia correctamente, enfrentando la presión de cumplir con múltiples obligaciones sin espacio personal. Las responsabilidades familiares (manutención de hijos, cuidado de otros familiares, deudas universitarias, necesidades básicas) intensifican la necesidad de asumir el trabajo sin medir las consecuencias emocionales, psicológicas y/o físicas.
3. Estrategias de prevención y tratamiento del burnout.
El análisis integral de los factores de riesgo, síntomas y consecuencias a nivel individual, social y organizacional es fundamental para la evaluación e identificación del burnout. Detectar factores de riesgo como la implicación laboral, el ocio, el apoyo social, la carga laboral, el clima laboral, las condiciones del entorno físico laboral, el rol profesional como familiar, el desarrollo organizacional y la relación terapeuta-paciente permite enfocar estrategias de prevención o tratamiento de forma más eficaz. Se sugieren la creación de grupos de apoyo entre compañeras, la colaboración entre la administración (directora del centro) y el personal de psicología para identificar y delimitar necesidades, la implementación de un sistema de inducción para orientar a las profesionales y la creación de cuestionarios para evaluar las potencialidades del personal administrativo y de psicología. Hiscott y Connop (1989) proponen la rotación regular del personal para reducir los efectos acumulativos de los estresores laborales y la reevaluación de los horarios de atención para evitar la sobrecarga (hasta 11 horas diarias). Garden (1991b) enfatiza la importancia de abordar los procesos inconscientes relacionados con el burnout, intensificando los entrenamientos en trauma vicario, rol de género, diferencias culturales y el propio síndrome de burnout.
Referencia de documento
- Estudio sobre el estrés postraumático (Phelan (2002))