Sinfonía Junín y Ayacucho: 1824 by Enrique Iturriaga

La Sinfonía Junín y Ayacucho: 1824, compuesta por Enrique Iturriaga en 1974, representa una obra maestra del compositor peruano. Esta sinfonía, galardonada con el Premio "Ejército del Perú" en 1974, es una pieza que refleja la historia y el espíritu de las batallas de Junín y Ayacucho, dos momentos cruciales en la lucha por la independencia del Perú. El documento nos ofrece una profunda inmersión en la vida y obra de Iturriaga, así como en el contexto histórico que inspiró esta sinfonía.

Enrique Iturriaga, un destacado compositor peruano, nació en Lima en 1918. Su pasión por la música lo llevó a estudiar piano con Lily Rosay y teoría y armonía con Andrés Sas. Tras un periodo de estudios en Ciencias Económicas en la Universidad Católica del Perú, Iturriaga decidió dedicarse por completo a la composición. Ingresó al Conservatorio Nacional de Música, donde estudió con Rodolfo Holzmann y se graduó como profesor de composición en 1954. Durante su trayectoria, recibió numerosos reconocimientos, incluyendo el Premio Nacional "Duncker-Lavalle" por su obra "Canción y Muerte de Rolando" y el Premio "Juan Landaeta" por su "Suite" para orquesta. Iturriaga también tuvo la oportunidad de estudiar con el reconocido compositor francés Arthur Honegger en París, enriqueciendo su formación musical.

La Sinfonía Junín y Ayacucho: 1824 se divide en cuatro movimientos: I. Lento – Allegro – Vivo, II. Muy lento y expresivo (Adagio molto), III. Allegro enérgico – Trio, y IV. Lento – Allegro. Cada movimiento se inspira en un momento histórico específico. Iturriaga utiliza elementos musicales para retratar la batalla, el sufrimiento, la victoria y la esperanza que caracterizaron la lucha por la independencia. La sinfonía nos transporta a través de la música a un viaje sonoro a través del pasado del Perú, evocando emociones y reflejando la lucha por la libertad.

La Sinfonía Junín y Ayacucho: 1824 es una pieza fundamental dentro del repertorio musical peruano. No solo representa un hito en la obra de Enrique Iturriaga, sino que también destaca por su valor histórico y cultural. Iturriaga logró fusionar la tradición musical con la historia, creando una obra que conmueve y trasciende el tiempo. Esta sinfonía sirve como un testimonio de la lucha por la independencia del Perú, recordándonos la importancia de la libertad y la valentía de aquellos que lucharon por ella. Además, la Sinfonía Junín y Ayacucho: 1824 ha sido interpretada en diversos escenarios del mundo, como Fort Worth y Madrid, bajo la batuta del reconocido director Miguel Harth-Bedoya. Esto demuestra la trascendencia de la obra de Iturriaga y su impacto en el panorama musical internacional.