Desde un cuenco vacío

En 'Desde un cuenco vacío', Diana Carolina Salas Sánchez nos adentra en un viaje introspectivo que gira en torno a la muerte, el silencio, el vacío y la angustia. A través de poemas y fotografías, la autora explora la complejidad del duelo y la falta, y cómo estos temas se viven en un espectro individual, pero se padecen en relación. La obra es un ejercicio de confrontación con la propia fragilidad y el dolor, invitando al lector a reflexionar sobre su propia postura frente a la pérdida. La introducción nos introduce a la temática, describiendo el poemario como un espacio de negociación con el dolor propio, donde la angustia se representa a través de imágenes que, aunque no son tan amenazantes como el dolor real, ofrecen una vía discursiva para enfrentarlo. Como dice la autora, "se propone una vía discursiva, la cual apela a la creación más que a la destrucción implícita que la caracteriza."

La poesía juega un papel fundamental en la obra. Salas Sánchez la define como "poder gritar al mundo lo que en ti reprimes", y en este sentido, la utiliza como un espacio de liberación emocional, donde se expresa el dolor, la nostalgia y la lucha contra la muerte. La autora explora la capacidad de la poesía para hablar de todo, incluso de lo que no se puede decir, para dar forma a los miedos, las angustias y los sueños que se esconden en el interior. "Escribir un poema es caer en la brasa del cuerpo exangüe que ha dejado el cuarto para dar paso a nombres que le sobrevivan", afirma. Esta cita ilustra cómo la poesía se convierte en un espacio de lucha contra la muerte, un último refugio para dejar huellas en el mundo, para que lo que se fue no sea olvidado. La poesía se presenta como una herramienta poderosa de sanación, que permite procesar el dolor y dar voz a los sentimientos más profundos. La autora nos recuerda que "la poesía es un baile adolorido, lento, cargado donde el tiempo colapsa y las verdades se escupen sin quererlo... es un deseo que sale del estómago para escribirse en versos arrojados al viento para que lo sepa el mundo y lo entienda nadie."

La obra destaca por la integración de dos lenguajes: el poético y el fotográfico. Las fotografías se convierten en ecos del pasado, en imágenes que reverberan con un eco del pasado que parece haberse olvidado hace tiempo pero que se actualiza en la palabra dejando adivinar fantasmas que se cuelan en las noches demasiado silenciosas.", evocando recuerdos y emociones que no se pueden expresar con palabras. Este diálogo entre palabras e imágenes crea un espacio multisensorial que enriquece la experiencia del lector, invitándolo a una reflexión más profunda sobre el tema de la muerte y la memoria. La combinación de la poesía con la fotografía crea una experiencia más completa, donde el lector puede conectar con el contenido a través de diferentes sentidos. Salas Sánchez nos recuerda que "Entre muchas, ésas son las posibilidades de los lenguajes poético y fotográfico, crear puentes entre islas de recuerdos, vestigios de sueños, muertos intranquilos y viñetas de lo cotidiano que se acomodan entre palabras e imágenes para recrearse."

En 'Desde un cuenco vacío', Salas Sánchez se muestra vulnerable y auténtica. Comparte su propio dolor, sus recuerdos, sus miedos y su lucha contra la pérdida, invitando al lector a un espacio de empatía y reconocimiento. La obra es un testimonio de la complejidad de la experiencia humana, de las emociones que se viven en la sombra y las dificultades que surgen al enfrentarse a la fragilidad de la vida. La autenticidad de la autora, la honestidad con la que explora sus propios sentimientos y la profundidad de sus reflexiones hacen de la obra un espacio de reflexión personal para el lector. La autora reconoce que "un camino doloroso pero satisfactorio ha sabido abrirse paso entre las hojas de esta tesis dejando adivinar más demonios de los que queremos aceptar y más miradas de las que quisiéramos nombrar."