Actitud y Rendimiento en Matemáticas

El documento inicia señalando el bajo rendimiento en matemáticas en el sistema educativo peruano en comparación con otros países latinoamericanos, respaldado por evaluaciones como INECSE (2001), PISA (2003) y UMC (2004). Este bajo rendimiento se manifiesta en un alto índice de fracaso escolar, con muchos estudiantes desarrollando actitudes negativas, como aversión y rechazo hacia la materia. Se destaca la importancia del estudio de las actitudes como elementos valiosos para predecir conductas, ya que reflejan un sentimiento a favor o en contra de un objeto social, en este caso, la matemática. La investigación busca comprender la influencia de estas actitudes negativas en el desempeño académico.

Se argumenta la importancia de la participación activa del estudiante en el aprendizaje, postulado desde la psicología educativa. En la Red Educativa N°1 de Ventanilla, se observa que estudiantes con mayor confianza y gusto por la matemática presentan un alto rendimiento, mientras que aquellos con temor o inseguridad muestran bajo rendimiento. Se enfatiza la relación entre el agrado por la clase y la orientación del estudiante hacia la asignatura. La adquisición de habilidades matemáticas y la comprensión de conceptos son imprescindibles para el funcionamiento de la sociedad actual; sin embargo, existe una preocupación generalizada por el rendimiento inadecuado y el rechazo hacia la asignatura de matemáticas. Gómez (1999) señala que la actitud se manifiesta en la forma de abordar las tareas: con confianza, perseverancia, interés y disposición a explorar caminos alternativos. A pesar de su utilidad, la matemática es percibida como difícil, aburrida y abstracta, lo cual influye en el aprendizaje, según Gómez-Chacón (1999) y Myers (2004).

El aprendizaje de la matemática se presenta como una necesidad para desenvolverse en la sociedad actual, marcada por los avances tecnológicos y la creciente utilización de contenidos matemáticos en la presentación y análisis de información, toma de decisiones y resolución de problemas cotidianos. El rendimiento en matemática se define como la actividad intelectual que refleja la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades para resolver problemas matemáticos. Se plantea que una actitud positiva facilita el desarrollo del pensamiento y el aprendizaje autónomo, contribuyendo a mejorar la calidad de la educación. A nivel científico, esta investigación servirá como base para futuras investigaciones, mientras que a nivel práctico, ayudará a precisar los factores que intervienen en el rendimiento académico, información relevante para optimizar el aprendizaje matemático, dada su importancia en la vida cotidiana. Se mencionan estudios previos, como los de Aparicio y Bazán (1997), Delgado (2004), y Nieves (1993), que han explorado la relación entre actitudes y rendimiento en matemáticas, ofreciendo diversas perspectivas y resultados.

La investigación empleó un cuestionario para evaluar la actitud hacia la matemática. Este instrumento fue adaptado de la investigación de Nieves, M. (1993), realizada en España, y modificado por la autora de la tesis. El cuestionario, de tipo Likert, constaba de 32 ítems y se enfocó en cuatro dimensiones: aplicabilidad (valoración del curso), afectividad (agrado/desagrado), habilidad (confianza en la propia habilidad matemática) y ansiedad (reacciones comportamentales ante el curso). La fiabilidad del instrumento se determinó mediante el análisis de fiabilidad estadístico, obteniendo un coeficiente alfa de Cronbach de 0.879, lo que indica una alta fiabilidad. La validez de contenido se estableció mediante la opinión de expertos de la Universidad de San Ignacio de Loyola, quienes evaluaron la pertinencia de los ítems y la adecuación muestral del instrumento.

Para medir el rendimiento académico en matemáticas, se utilizaron las actas oficiales de fin de año (diciembre de 2009). Las notas finales de los estudiantes fueron proporcionadas por el profesor del aula, sirviendo como datos para contrastar con los resultados obtenidos en la escala de actitudes hacia la matemática. Esta información cuantitativa permitió establecer una correlación entre las actitudes y el rendimiento objetivo de los estudiantes.

El estudio utilizó una muestra probabilística estratificada de 292 estudiantes de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 10 y 13 años, pertenecientes a sexto grado de primaria de la Red Educativa N°1 de Ventanilla, Callao, Perú. La aplicación de la escala tipo Likert se realizó en el mes de noviembre de 2009 en las aulas de clase, sin previo aviso pero con el consentimiento del profesor a cargo y previa solicitud al director de la institución educativa. Se proporcionó suficiente tiempo para responder el cuestionario y se garantizó la máxima sinceridad de los participantes, con la presencia de al menos un investigador para resolver dudas. El proceso de recolección de datos involucró coordinaciones previas con los directores de las instituciones educativas para obtener los permisos necesarios.

El estudio encontró una correlación directa y moderada entre la actitud hacia la matemática y el rendimiento académico. Empleando la prueba estadística rho de Spearman, se obtuvo un valor de r = 0.477 y un nivel de significancia p = 0.000. Dado que p < 0.05, se rechaza la hipótesis nula y se afirma con un 99% de probabilidad que existe una relación directa y moderada entre los niveles del componente cognitivo de la actitud hacia la matemática y los niveles del rendimiento académico. Esta correlación se mantiene consistente al analizar los componentes afectivo y conductual de la actitud. Un mayor agrado hacia la matemática, una mayor confianza y una mayor tendencia a la participación activa se asocian a un mejor rendimiento académico.

El análisis de los resultados se extiende a los tres componentes de la actitud: cognitivo, afectivo y conductual. Se encontró una relación directa y moderada entre el componente cognitivo (niveles de comprensión y razonamiento matemático) y el rendimiento. Similarmente, el componente afectivo (sentimientos, gusto o desagrado hacia la matemática) mostró una correlación directa y moderada con el rendimiento. Finalmente, el componente conductual (tendencia a reaccionar de cierta manera ante la matemática, acciones manifiestas y declaraciones de intenciones) también presentó una relación directa y moderada con el rendimiento. Se destaca que un estudiante que participa espontáneamente en clase suele mostrar una actitud favorable y, por tanto, un mejor rendimiento.

Los resultados indican que las actitudes positivas hacia la matemática contribuyen a un mejor desarrollo de capacidades y habilidades matemáticas, estimulando la curiosidad, la imaginación y la creatividad del alumno. Estos hallazgos coinciden con los de Cuervo (2009) y Gómez (2002), quienes resaltan la importancia de las actitudes positivas para el aprendizaje. La investigación concluye que existe una correlación positiva y moderada entre la actitud hacia la matemática y el rendimiento académico, evidenciando que una actitud positiva predice una mayor predisposición a responder favorablemente ante la matemática y, consecuentemente, un mejor rendimiento. Los resultados son respaldados por investigaciones como la de Delgado (2004), que demuestra la relación entre actitudes hacia el profesor, el curso y los exámenes de matemática y el rendimiento escolar. El estudio también menciona investigaciones en otros países (España y México) que muestran correlaciones entre las actitudes y el rendimiento, aunque con variaciones en la fuerza de la relación.

La investigación concluye que existe una relación significativa, directa y moderada entre la actitud hacia la matemática y el rendimiento académico en el área. Esta relación se evidenció a través del análisis de los tres componentes de la actitud: cognitivo, afectivo y conductual. El estudio utiliza la prueba estadística rho de Spearman para determinar la fuerza de esta correlación, encontrando un valor significativo que confirma la hipótesis planteada. Una actitud positiva hacia la matemática se asocia a un mejor rendimiento, mientras que una actitud negativa se correlaciona con un peor rendimiento. Este hallazgo resalta la importancia de las actitudes como factor determinante en el éxito académico en matemáticas.

Dentro de los tres componentes de la actitud, el estudio destaca la importancia del componente afectivo como el más influyente en la relación con el rendimiento académico. El sentimiento favorable o desfavorable hacia la matemática, expresado como gusto o rechazo, predice significativamente el nivel de aproximación y aceptación de la materia por parte del estudiante. Se enfatiza la necesidad de considerar el papel de las actitudes en los procesos de enseñanza-aprendizaje de las matemáticas, reconociendo que cambiar la actitud del estudiante requiere más que simples exhortaciones verbales, debiendo considerarse las dimensiones afectiva y conativa para lograr un cambio efectivo. Una actitud positiva se manifiesta en un sentimiento a favor de las matemáticas, en el gusto por la materia y en una mayor disposición a participar y aceptar los retos académicos.

Los resultados obtenidos en la investigación tienen implicaciones importantes para la práctica educativa. La correlación positiva entre actitud y rendimiento indica que el desarrollo de actitudes positivas hacia la matemática es fundamental para un mejor aprendizaje. Se sugiere la necesidad de implementar estrategias didácticas que promuevan el agrado, la confianza y la motivación por la asignatura. Investigaciones previas, como las de Muñoz (2004) y Delgado (2004), respaldan la influencia de las actitudes en el rendimiento académico, destacando la importancia del “agrado y utilidad de las matemáticas”. Se concluye que la integración de los componentes cognitivo, afectivo y conductual, considerando la intensidad de cada uno, es esencial para una comprensión más completa del aprendizaje matemático, una idea respaldada por los trabajos de Morales (1998) y Summers (1986). Finalmente se menciona la investigación de Quiles (1993) que corrobora la relación entre rendimiento y actitudes matemáticas, destacando el papel del temor como factor determinante.